A esta altura debo haber envíado ya, cerca de veinte currículums. Todos iguales, con estructura básica, poco creativos y sin foto. Comencé a envíarlos porque regresé a vivir a casa paterna. Es horrible. Me aburro mucho.
Me da miedo comenzar una etapa nueva, completamente diferente. Veinte años de mi vida haciendo lo mismo, estudiando, asistiendo a la escuela; ni si quiera sé si me imagino haciéndo otra cosa. De lo que si estoy segura es que no quiero terminar trabajando como un ejecutivo oficinista frustrado y mal cogido. Godínez, les dicen.
Creo que no debí escribir: "Tener tres gatos", en la parte correspondiente a mis metas en la vida. Quizá por eso no me llaman.
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