viernes, 22 de febrero de 2013

Borracho

 Un hedor insoportable se cuela entre la gente, mientras él trata de lanzarte su mirada más coqueta. Tratas de ignorarlo, como todo el mundo pero es imposible, él se acercado a tu lugar invadiendo tu espacio vital. Te sientes incómoda, pero permaneces ahí por curiosidad. Comienza a dirigirte algunas palabras que no entiendes debido a la música, sigues tratando de ignorarlo.
Apenas ha comenzado el ritual, sabes que tiene todo preparado, se le nota en los gestos de la cara, en sus expresiones corporales, en la forma en que viste, en los años. Es tarde para hacer evadirlo, has permanecido demasiado tiempo parada junto a él.
De repente te das cuenta de sus intenciones por transgredir todo límite, no le interesa, está ebrio. La gente al rededor lo ignora. Hay quienes perciben tu incomodidad pero prefieren mantenerse al margen. Lo rechazas con un sentimiento que va desde el asco hasta la lástima, tratas de poner una barrera, pero las palabras no son suficientes.
Alguien se levanta, un chico está a punto de tomar su lugar pero se da cuenta de la situación y de la manera más amable y sutil, te ofrece el asiento para alejarte del sujeto.
No se ha dado cuenta que se le ha acabado la fiesta y que ahora viaja en transporte público. Lo observas por última vez y piensas: pobre tipo, su vida debe estar llena de mediocridad, frustración y fracasos, pero no estás segura de haber deseado que el flirteo terminara. Probablemente te identificas con él. ¡Qué asco!

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