sábado, 2 de julio de 2011

Cucarachas

¿Sabes como llegan las cucarachas a una casa?

No, nadie sabe. Simplemente un día te das cuenta de que están ahí, y que tu ineptitud para limpiar tu estancia es la que las hace permanecer en ese lugar por largo tiempo, reproduciéndose. 

Soy de las que creen que limpiando su cuarto, limpiarán su vida, que con esa simple acción, en una noche,  terminará por alejar a las cucarachas; y no es cierto, una vez que dejas que entren ahí se quedan, no se van a ir nunca, puedes pisar algunas, envenenar muchas otras, pero siguen, permanecen a la espera. Esperan que te descuides, que apagues la luz, que estés vulnerable para aparecer de nuevo, para recordarte toda la suciedad que has acumulado en tu vida, para recordarte que toda esa basura que tu llamas “recuerdos” no sirven para nada. Un cumulo de inutilidad infestado por uno de los más detestables insectos.

Así es como mi vida terminó llena de cucarachas. 
Así fue como no terminé de fumarme un cigarro, que no lo dejé consumirse por completo. Así descubrí que también tengo esa inhabilidad para no concluir lo que he empezado, y en mi desesperación por que terminé de emanar humo le aventé un escupitajo encima, y después boté las cenizas en casa del vecino.

Hoy me deshice de un par de botas que nunca usé, y que no sé porque insistí en guardar, no podía usarlas, eran demasiado pequeñas, pero me gustaban, me gustaba saber que estaban ahí, aunque supiera que no podría cortarme un dedo del pie porque perdería el equilibrio y no podría caminar con ellas, ahora sólo me falta deshacerme del 99.99% de cosas inútiles que creo poseer.

Las cucarachas me dan miedo, pueden meterse en cualquier rincón, están por todas partes sin que puedas mirarlas, sin que te des cuenta que están ahí. Y son horribles, enormes, asquerosas, rastreras, se escabullen con facilidad. Y te muestran que algo tan pequeño, puede asustarte. Pero no son un algo, son muchas, demasiadas, jamás puedes erradicarlas, pero sí fomentar su aparición.

Yo aprendí a matar hormigas en Roma, pero aquí no estamos en Roma y a las hormigas no les interesa meterse a mi cuarto, no hay nada útil en él; pero a las cucarachas les encantan las cosas inútiles, por eso estoy infestada de ellas, por eso duermen conmigo, me demuestran todo lo inútil que soy:  Inútil para limpiar mi cuarto,  para tocar la guitarra, para leer, para usar zapatos bonitos, para ordenar mi vida. 

Quisiera ser las cucarachas y no la basura.


Que bonitas metáforas nos pone la pinche vida enfrente, y yo insisto en odiar las metáforas.



2 comentarios:

  1. Se te saluda con toda humildad, bienmacha. Decirte que estos microrrelatos tuyos me parecen bien interesantes. No he encontrado mejor ubicación para decírtelo que este que habla de cucarachas: ya sabes que los insectos son uno de mis mayores intereses; en concreto los escarabajos (curiosamente mucha gente piensa que son la misma cosa), animalillos por los que siempre me he sentido atraído.
    También me alegra ver que citas el cine de Buñuel en otro momento. Otra de mis debilidades.
    Termino diciéndote que me siento un poco en deuda contigo por dos razones. La primera, el no haberte agradecido hasta este momento tu seguimiento de mi blog (hay que tener pocos escrúpulos para hacerlo :D); la otra es una licencia que me he tomado en mi recién abierta cuenta de Twitter. He cogido prestado tu comentario o firma aquí, porque es de lo que más me gusta: "Yo dije que sabía escribir..." Buenísimo. Sigue así, amiga.

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  2. Hola! No sé como reaccionar, comenzaba a creer que escribía para un receptor imaginario. También puedes seguirme en Twitter como @_quimera, soy más divertida por allá.

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